El aula de hoy se parece mucho a la de hace 100 años. Las herramientas son más modernas, por supuesto, pero la forma en que se organiza la clase y las habilidades de los profesores son similares. Un maestro de pie frente a un grupo de unos 20 o 30 alumnos (incluso más). El profesor elige qué información proporcionar y todos los estudiantes reciben el mismo contenido al mismo tiempo.
Sin embargo, el mundo que habitamos no puede ser más diferente a como era hace un siglo. ¡Y cada vez se transforma más rápido! Formar a las generaciones del futuro requiere, como no podía ser de otra manera, de profesores preparados para abrirles la puerta hacia el mañana. Un futuro en el que los niños de ahora sean los adultos que consigan hacer de este planeta un lugar mejor.
Los profesores tienen que mostrar que están conectados a lo que pasa en el mundo actual, sobre todo el mundo actual de los niños y adolescentes. Más allá de la formación académica e intelectual, es imprescindible traer al aula las preocupaciones o inquietudes sociales que los alumnos puedan tener para ayudarles a comprender el mundo en el que viven. Además, hablar sobre los acontecimientos que están teniendo lugar a nivel global, nacional o local puede fomentar el desarrollo de otras habilidades en los alumnos, como el debate, la comunicación o la reflexión.
Es imprescindible traer al aula las preocupaciones o inquietudes sociales que los alumnos puedan tener para ayudarles a comprender el mundo en el que viven.
Vivimos en una época en la que memorizar datos, acontecimientos o reglas se ha convertido en una práctica obsoleta. Internet y los dispositivos tecnológicos hacen que tengamos en nuestra mano toda la información sobre cualquier tema en apenas unos segundos.
Sin embargo, ya conocemos el lado oscuro de esta práctica. Las fake news, las falacias o las informaciones erróneas se propagan por la red sin control. Por suerte, un profesor no es solo alguien que puede recitar hechos y reglas. Enseñar a los estudiantes a desarrollar su espíritu crítico y a contrastar la información será una de las habilidades de los profesores del futuro, que les permitirá lograr que sus alumnos puedan desarrollar destrezas de aprendizaje adaptadas a la nueva era de la información.
Uno de los rasgos indispensables de un buen profesor es, sin lugar a duda, ser un excelente comunicador. Aquí entra en juego mucho más que saber explicar un tema a la perfección o mantener un tono de voz adecuado. El profesor del futuro deberá tener un estilo comunicativo creativo que le ayude conectar con sus alumnos y alumnas para mantener su atención. No te ciñas a un guion. La sorpresa, lo inesperado, tiene un alto valor didáctico. Rétales, empatiza con ellos y, sobre todo, escúchalos. Que ellos perciban que sus opiniones y peticiones tienen cabida en tus clases.
Utiliza todos los medios que estén a tu alcance para comunicarte con tu alumnado. Los vídeos, los videojuegos, las redes sociales son herramientas imprescindibles para conseguirlo.
No solo vale con saber transmitir información. Las habilidades de los profesores en torno a la comunicación también incluyen la asertividad. Una persona es asertiva cuando es capaz de expresar sus deseos y sentimientos personales respetando los derechos y sentimientos del otro. En este tipo de comunicación, se transmite la información de forma efectiva y firme, pero sin recurrir a la imposición, la agresividad ni los gritos.
La asertividad está relacionada con la inteligencia emocional. En la medida en que un profesor sea capaz de aplicarla en el aula, servirá también como aprendizaje para sus alumnos, que interiorizarán que para comunicarse con adultos e iguales deben hacerlo desde el respeto.
Esta habilidad comunicativa nos enseña a escuchar y entender al que nos habla. La escucha activa supone empatizar con el que nos habla para comprender lo que nos cuenta. Se trata de una de las habilidades más importantes de los profesores a la hora de establecer un vínculo con sus alumnos. La clave es ponerse al nivel de los niños, mirarlos directamente a los ojos y mostrarles que entendemos lo que nos dicen.
Ninguno de los puntos anteriores tiene sentido sin el ingrediente indispensable de la empatía. El valor de la empatía en los docentes ejerce un fuerte poder sobre los estudiantes porque les motiva, les estimula y es clave para su desarrollo académico.
La capacidad de los maestros de ver más allá de los resultados académicos y poder entender a los alumnos y alumnas dentro del contexto personal de cada uno es muy importante para conseguir una formación de calidad. En este sentido, es esencial interesarse por la opinión del alumno, comprenderle y ofrecerle apoyo emocional para entender cómo se siente en un momento dado.
El valor de la empatía en los docentes ejerce un fuerte poder sobre los estudiantes porque les motiva, les estimula y es clave para su desarrollo académico.
Además, otras de las pautas a seguir son saber escuchar, interpretar las señales no verbales de los estudiantes, mostrar comprensión y prestar ayuda emocional personalizada. Por supuesto, buscando siempre el equilibrio entre la autoridad y la confianza.
Las nuevas tecnologías han afectado a cómo los alumnos y alumnas aprenden y cómo enseñan los profesores. Sin embargo, una importante encuesta a profesores realizada por la OCDE en 2018 concluyó que solo el 43 % de los maestros informaron sentirse "bien preparados" o "muy bien preparados" para utilizar la tecnología en su enseñanza.
En pleno siglo XXI es indispensable que los docentes cuenten con competencias tecnológicas para poder conectar con sus estudiantes y poder transmitirles su conocimiento de la manera más completa, entretenida y accesible posible.
El aula también se ha transformado en la era digital. Más allá de los ordenadores PC, ahora contamos con portátiles, tabletas, pizarras digitales, altavoces inteligentes… Por no hablar de todos los programas y herramientas que pueden utilizarse en la enseñanza. Incluso están las aulas online, donde profesores y alumnos comparten un espacio digital en el que poder consultar dudas, desarrollar debates y compartir trabajos o conocimientos.
Además, no podemos olvidar que las habilidades tecnológicas han demostrado ser esenciales durante los meses de confinamiento por la COVID-19, cuando Internet y las herramientas digitales eran la única vía de comunicación entre los alumnos y los profesores. La digitalización ha llegado para quedarse en la educación.
La conciencia medioambiental puede parecer algo más próximo a la ética personal que a una habilidad. Pero lo cierto es que también puede fomentarse o “entrenarse”. Simplemente leyendo e investigando sobre cambio climático y sostenibilidad estaremos alimentando nuestra conciencia ambiental para, más tarde, aplicar a nuestra rutina diaria hábitos más ecológicos.
Pero ¿qué tiene que ver esto con el profesor del futuro? ¡Mucho más de lo que crees! El cambio climático es una de las principales preocupaciones de los más jóvenes. Lo hemos visto con el movimiento Fridays for Future, liderado por la activista Greta Thunberg. La preocupación por el medio ambiente puede ser el puente que nos ayude a conectar con nuestros alumnos y a despertar su interés por otras materias relacionadas con este tema. Además, estaremos colaborando para lograr salvar el planeta.
En la batalla mundial contra la intolerancia y la desconfianza, los profesores del futuro tienen un papel protagonista. La confianza y la cooperación entre las personas son requisitos mínimos para lograr el progreso global y la paz mundial y poder hacer frente a problemas de la envergadura del cambio climático, el racismo o la desigualdad de género.
La educación es fundamental para ayudarnos a construir puentes entre las personas y entender la diversidad social. Un gran ejemplo de esto es la historia de Marjorie Brown, una profesora de Sudáfrica, finalista del Global Teacher Prize 2018, que también fue activista contra el apartheid. Desde su aula, Brown fomenta la escucha y la empatía entre sus estudiantes, y ha sido fundamental para transformar el programa de estudios de historia del país.
La enseñanza adaptativa, como su nombre indica, es un enfoque que requiere que los maestros ajusten sus clases de forma continua. Se trata de analizar y evaluar periódicamente las fortalezas y debilidades de sus alumnos, y modificar las lecciones para poder cubrir las necesidades de cada uno de ellos. También requiere de la participación de los estudiantes a la hora de plantear preguntas y dudas. De esta forma garantizamos que las clases sean lo más eficientes posible.
La promesa fundamental de la educación siempre ha sido ayudar a los niños y niñas a comprender el mundo y encontrar su lugar en él. Pero el mundo está cambiando más rápido que nunca y hay enormes desafíos globales que deben superarse. Las habilidades de los profesores deben ayudar a los niños no solo a entender el mundo, sino también a poder adaptarse y a animarlos a hacer del planeta un lugar mejor para todos.
Si quieres saber más sobre cómo está cambiando la docencia y cómo será el profesor del futuro, no te pierdas el siguiente vídeo, en el que el investigador Cristóbal Cobo reflexiona sobre el papel de la escuela en el desarrollo de la creatividad de los niños.
2021-03-16
La primera semana de marzo, los promotores de Anaya, entregaron los materiales que se utilizarán para llevar a cabo el proyecto “Los niños se comen el futuro” para alumnos de 1º, 2º y 3º de Primaria, a los colegios becados por el acto solidario de la Fundación Prenauta.
2021-02-09
Dentro de la formación del Programa Artes del curso 2020-2021, el pasado 9 de febrero ofrecimos una sesión virtual para alumnos de 5º y 6º de Primaria titulada “Claro que sabes dibujar”, un taller de artes y creatividad diseñado por Violeta Monreal.